“Dar hasta que duela…”

“Hay que dar hasta que duela, y cuando duela dar todavía mas…” la frase la hemos escuchado tantas veces, que hasta parece innecesario decir que pertenece a la Madre Teresa de Calcuta. Un ser que desde su diminuto físico emanó una energía que trascendió las fronteras religiosas del mundo, porque gracias a su compromiso y carisma puso en acción al común denominador de todos los credos y creencias de buena fe: eso de amar al prójimo como a uno mismo.

 

En el libro Teresa de Calcuta: la persona, Fernando López de Rego, cuenta la historia de la monja católica que dedicó toda su vida a ayudar a los pobres. Entrevistó a muchísimas personas cercanas a ella, que le relataron infinidad de anécdotas que la describen de cuerpo y alma.

 

Hay dos muy breves unidas por el verbo dar. Dicen que una vez la Madre Teresa se enteró que había un matrimonio hindú que tenía ocho hijos y nada para comer. Entonces agarró un poco de arroz y se lo llevó. La mamá de los nenes dividió la comida, y salió a la calle con la mitad del arroz. Cuando volvió, Teresa le preguntó qué había hecho, y la mujer le dijo que había entregado esa porción a una familia musulmana vecina porque ellos también tenían hambre. La monja se fue. Mas adelante contó que aquella noche no les dio más arroz, porque quería que ellos también pudiesen disfrutar de la alegría de dar.

 

La otra anécdota está relacionada con el trabajo de las Misioneras de la Caridad, la congregación religiosa que la Santa Teresa de Calcuta fundó en 1950. Una vez les reprocharon la atención que le daban a los pobres, recriminándoles que eso los mantenía en la miseria. Caían siempre en la trillada frase sobre que es mejor enseñar a pescar a dar el pescado. La monja albanesa, que también era filosa con las respuestas, contestaba:

 

“Lo que dicen ustedes me parece perfecto, pero los pobres con los que nosotros trabajamos están tan débiles que no tienen fuerza ni siquiera para sostener la caña entre sus manos. Si les parece, nosotras les alimentamos para que adquieran esa fuerza y luego ustedes les enseñan a manejar la caña”.

 

“Hay que dar hasta que duela, y cuando duela dar todavía mas…”. Siempre pensé que la definición podría resumirse en una palabra: empatía. Empatía racional y emocional, la de tener la capacidad de ponerse en el lugar del otro, de ser el otro, y que te duela su necesidad. Y ahí es cuando ese dolor se hace carne en el alma, y pone a prueba el amor. Porque el amor es eso, no? DAR.

Por: Mariano Garcia

@anecdotasdebolsillo