La muerte bajo la alfombra

“No son las malas hierbas las que ahogan la buena semilla, sino la negligencia del campesino. “ Confucio (filósofo chino -551 – -479 a.C.)

La pandemia del Coronavirus ya se nos ha instalado no solo desde la amenaza constante a  nuestra salud sino también desde la afirmación de un tópico inagotable. La agenda mediática está marcada por las noticias derivadas de ella y las fluctuantes informaciones que arrasan sin que podamos hacer más que escuchar, pero sin el tiempo de pensar. La alfombra de cuarentena ha quitado de la visión de todos nosotros una multiplicidad de temas que siguen sin resolverse, que se siguen agravando, que siguen doliendo y ha sumado con su niebla omnipresente, nuevas situaciones: desempleo, crisis, la vacuna, etc.

Los hinduistas, el budismo, creían que la realidad estaba cubierta por un manto de ilusión que nos impedía percibir la crudeza doliente de la misma. Lo llamaban “el velo de Maya”. Maya es considerada como sinónimo de “Ilusión”, personifica a la deidad que gobierna el sueño de la realidad. Trascender el Velo de Maya significa vencer la irrealidad y la ignorancia. Nuestro problema es que no ignoramos muchas de las cosas que están tapadas, tal vez simplemente nos acostumbramos, nos resignamos, nos volvimos apáticos, paranoicos, obsesionados por el metro cuadrado que nos circunda.

La violencia de género ya sabemos que es una realidad latente e innegable pero el Velo de Maya de la pandemia parece querer ocultarnos un dato indubitable: todos los esfuerzos legislativos, marchas sociales, “medidas preventivas”, renuncias de jueces que manejan criminalmente mal las causas, charlas, números telefónicos de apoyo a las victimas….no alcanzan. Argentina es literalmente un país en donde ser mujer te obliga a pensar no solo en lo que querés sino también, en lo que otros podrían querer de vos o con vos. Y eso, no es un capricho, se juega tu vida en cada momento. Los femicidios son una realidad desesperante.

Tucumán, una profesora de inglés denuncia más de 13 veces a un ex alumno que la acosa. Él se crea perfiles falsos y envía fotos de ella a sus familiares con inscripciones como “i am dead “ (estoy muerta). Se establece una perimetral, la viola incansablemente: pasa por cerca de su casa, por su trabajo, por el gimnasio. Cuando ella brinda sus datos personales a la fiscalía que los solicita, él es llamado  a notificarse. Su impunidad es tan grande que en vez de leer lo que se le informa, se memoriza correos y números de teléfonos para llamarla. Ella atiende, del otro lado, solo hay una respiración que no necesita emitir sonido para anunciar el terror. Su vida es un infierno constante, pero nadie parece entender que NO ALCANZA, que hay que tomar medidas prácticas, urgentes, ejemplificadoras, con un mensaje categórico. Desde el 2015  Paola acude a la “justicia” clama por su vida. Su voz es silenciada por un juez que en el 2017 El sobreseyó a Mauricio Parada Parejas y archivó una causa que se solicitó que fuera elevada a juicio.

Ella no tiene más opción que construir su propio Velo de Maya, a través de un audio que se viralizó hace poco, cuenta su infierno, un infierno que debe tapar con la esperanza ilusoria de que nada va a pasarle porque evidentemente a nadie le resulta demasiado importante.

“pasa cerca de mi casa, del gimnasio. Yo me quiero sentir por fuera de esto, sé que no me tiene que molestar, sé que son mensajes vacíos que no tienen sentido, sé que físicamente el chabón no me va a hacer nada, pero no puedo evitar ponerme loca cuando me llegan, me arruinan el día”.

El viernes 31 de Octubre parecía un día más en el infierno cotidiano de ella (porque ya no es Paola, ahora es parte de una estadística), cerca de las 21 sale del gimnasio para ir a su casa. No va a llegar. Su acosador decide seguir adelante con su accionar ya que no tiene escollos que sortear. La cruza en la calle, seis puñaladas, corre, los vecinos lo acorralan y se suicida.

Hasta Septiembre de este año, Argentina registra 223 femicidios. Una mujer muere cada 29 horas. Una de cada cinco ya tenía denuncias hechas o “protección”. ¿No digo nada nuevo no? Eso es lo alarmante.

Paola tiene 32 años, no tendrá más. Los familiares piden justicia, no la tendrán, porque la única posibilidad de obtenerla, es que no pase lo que paso y pasa todos los días.

Las medidas no alcanzan, la muerte sí. Quitarnos el Velo de Maya no es una opción, es una obligación, entendamos de una vez. El juez renuncio, ¿esa fue su expiación? Paola envejece sin saberlo por la negligencia de todos.

Profesor de Filosofía Emilio Salvador