Los voluntarios universitarios de la UNQ que le ponen el cuerpo a la pandemia

Con el foco de la opinión pública puesto en el personal de salud que atiende la pandemia por coronavirus, el silencioso y también fundamental trabajo de los voluntarios de universidades públicas parece ser invisible y quedar lejos de los aplausos de las 9 de la noche.

De lunes a domingos, “ponen el cuerpo” en jornadas que se extienden sin contemplaciones de horario, clima o situación geográfica: arman las camas en los centros para pacientes leves, participan de la logística que da de comer a través de las escuelas, cocinan, limpian y también, algunos de ellos, participan de operativos de testeo.

Eva es estudiante de la Universidad Nacional de Quilmes y recuerda que hubiera debido comenzar el cuatrimestre de estudio el mismo día que se dictó el aislamiento social.
Tan sólo unas jornadas después del anuncio presidencial, ella y sus compañeros ya estaban participando en el armado del centro de pacientes leves montado en esa casa de altos estudios.

Después de haber desarmado aulas y montado camas, comenzaron a armar bolsones de comida y, más cerca en el tiempo, se abocaron directamente a la situación del barrio Villa Azul.
“Estamos en un club cercano, desde temprano para recibir a los camiones. Hay algunos compañeros que trabajan dentro del propio barrio para hacer tareas de desinfección, pero todos ponemos el cuerpo. Me pasó que llegaba a casa después de una larga jornada, cuando no daba más y tener que ver comentarios errados en la tele sobre lo que estaba pasando, sobre lo que se hace o no, y eso duele, porque uno lo vive en primera persona”, agregó Eva, que en todo momento habla con lenguaje inclusivo.

Aunque dicen tomar todas las precauciones para no contagiar a otros, parecen inmunes al miedo que produce el virus y, en el mejor de los casos, afirman que “la vocación y la solidaridad le ganan al temor”.
Consultados sobre cómo se sentían después de tantos días de trabajo, nadie hizo notar su cansancio y todos, en cambio, manifestaron sentir orgullo por la tarea realizada.

Un último voluntario de la Universidad Nacional de Quilmes -que prefirió no dar su nombre- dijo una frase que pueden englobar el espíritu de todos los que están luchando de manera silenciosa contra el coronavirus: “Nosotros somos parte de esos barrios que hoy la pasan mal, es un orgullo poder aportar lo nuestro, devolver algo de lo que nos dan a través de la universidad pública“.

Por: Lucas González Monte (TELAM)