El amor en tiempos de cuarentena

Desde el tiempo sin comienzo, el amor ha sido el origen de muchas interpretaciones. Muchos han teorizado con él, tratando de encontrar respuestas de una abstracción que se vive y transita para entender. Y ni hablar que muchas veces no le encontramos la vuelta.

Acá tampoco quiero limitarme a la idea de conceptualizar el hecho, si contarles una historia. De esas de las que estamos hechos, esas que nos pulsan en la vida.

Me vengo preguntando cómo es que dos personas deciden estar en relación.  Es tan personal que meterme ahí, es como estar de más. Por eso dije  ¿Si empiezo por mi?

Pero ¿Qué es lo que nos motiva a encontrarnos? Tengo muchas dudas, más preguntas que respuestas. Mucho sabemos lo que debería ser. Pero poco experimentamos de verdad.

Yo tengo 34 años transitados. Y tuve varias relaciones. Algunas más cortas, otras no. Algunas más tranquilas, otras bien movidas, como el mar en la tormenta. Todas me transportaron de dónde estaba a un nuevo lugar. Fueron desafiantes y despertaron en mi muchos sentimientos. Ahora, ¿despertaron el amor?. Por supuesto que todo esto es previo a la situación de confinamiento que nos acontece hoy. Pero este encierro me llevó a preguntarme: “¿alguna vez amé?. Siempre mi voz interior, que tiende a hablar demasiado, dijo: -Nunca me amaron, porque nunca me dijeron “te amo”. Como declaración de un dolor profundo y arraigado en condiciones de otros y no las mías. ¿Es el amor algo que se dice o es algo que se hace?. Y yo, ¿sólo lo dije, o también lo demostré?. Todas estas preguntas, que no voy a responder acá, no por omisión, sino por no entenderlas, terminan siendo disparadores de una nueva verdad.

Para los que no saben, vivo sola en un departamento de 45mts2. Así que la cuarentena, la paso conmigo misma, y mi voz interna, no la olvidemos por si termina siendo la voz cantora del relato. En este tiempo empecé a resignificar el valor que le doy a mi persona. Después de todos estos años me doy cuenta que he sido un poquito mala conmigo, de dejarme de lado en busca de “algo” que siempre estaba afuera. ¿Por qué no empezar a brillar con luz propia, empezar a mirarme, a aceptar mis virtudes y mis defectos, a ver que en la luz y en la sombra siempre soy yo, y eso al final es lo que prevalece?

Dí por sentadas muchas estructuras. Y hoy es momento de construir nuevos senderos. Descubrí el amor propio. Entonces ¿cómo es que uno empieza a amar a un otro/a/e? ¿tiene que ser necesariamente el conocerse físicamente y atraerse a partir de ahí? ¿llevar el encuentro a ese punto de éxtasis y placer y decidirlo ahí?. En una charla con una amiga me manifestaba que si no hay atracción sexual entonces es no. Pero es limitante eso en un contexto como el actual.

Y ahí me dije, ¿qué es lo que te gustaría que ese otro observe en vos?. Y las respuestas fueron muchas…Mis ganas a la vida, mis valores humanos, mis risas nerviosas cuando no sé qué decir, mi temperamento indómito cuando quiero concretar algo, mi impaciencia y ansiedad, lo que sueño, lo que creo, lo que comparto, lo que admiro, lo que en mi cotidiano me hace humana, real. En un mundo dónde la imagen exterior se transformó en tendencia, hoy nos deja ver sólo un recorte de momentos a través de una pantalla.

Y así fue como arranqué a ser quién soy de verdad. Esa mujer que desea, que ama, que sueña, que quiere ser libre y quiere compartir. Místicamente mi medio ambiente empezó a manifestar reacciones paralelas a las mías. Y encontrarme con que del otro lado había alguien que seguramente miraba lo mismo. Dicen que cuando uno manifiesta un deseo es porque del otro lado se corresponde lo mismo. Hay un lazo indiscutiblemente finito entre uno y su alrededor. Hay una conexión invisible. Poder ver esto llevó muchos años de terapia, de trabajo personal y revolución humana como me gusta llamar al mecanismo de transformación interna. Y hoy me encuentro acá, escribiendo el proceso, el de mi vida en cuarentena. Descubriendo en otros mi propia realidad, aceptando y avanzando.  El amor es uno de los tantos aspectos y estructuras que caen como las hojas de este otoño. Es una fuerza necesaria para la vida. El amor no nos deja solos, nos encuentra y nos motiva a continuar. Combustible indispensable de los seres. Lo único que sé, es que quiero amar. Descubrí que el poder hacerlo, ya vivía en mí. Sólo hay que saber mirarse. El amor en cuarentena es ese que ya tenemos, en lo simple, en lo más valioso que hoy tenemos, LA VIDA.